Los invasores del kilómetro 14.5: tierra fácil en Pucallpa
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Actualizado: hace 3 días
La Policía constató este sábado un intento de invasión en el predio de Fernando Sasagawa. Viejos conocidos —“Loco Ciro”, Hugo Canteño y “Shego”— vuelven a escena con la misma fórmula: presión, papeles dudosos y financistas en la sombra.
Redacción LVU

La mañana de este sábado 6 de septiembre, a las 8:00 a. m., agentes de la Policía de Seguridad del Estado ingresaron al predio del empresario Fernando Jun Sasagawa, ubicado en el kilómetro 14.5 de la Carretera Federico Basadre. Lo que encontraron no fueron rumores: maleza quemada, huellas de pisadas, rastros frescos de presencia humana. Las señales inequívocas de que alguien había tanteado el terreno, como quien prueba la cerradura antes de entrar a robar.
El antecedente inmediato estaba en la denuncia presentada el día anterior. Un dron detectó a un grupo de siete personas dentro del predio, quemando arbustos. Horas después, otros diez individuos llegaron con copias simples de registros inmobiliarios y contratos de arrendamiento, papeles tan frágiles como servilletas, para justificar la ocupación. Con esa teatralidad de baja estofa, quisieron erigirse en propietarios.

La diligencia policial fue puesta en conocimiento de la fiscal adjunta Karen Yesenia Yzaguirre Barreto, de la 2da Fiscalía Penal de Yarinacocha. Pero lo que se juega aquí trasciende el caso individual de Sasagawa. Es la postal de un problema mayor: mafias organizadas que avanzan lote a lote, kilómetros enteros, a plena luz del día y bajo la mirada impotente de un Estado que llega tarde y se va rápido.
El abogado Kevin Paredes, que defiende a Sasagawa, no habla de desconocidos. Tiene nombres y apellidos: Juan Ciro Maldonado Marzanett, alias “Loco Ciro”; Hugo Canteño Toledo; y Segundo Pascual Flores Pereira, alias “Shego”. Viejos actores del bajo mundo pucallpino, reciclados hoy como operadores de invasiones, financiados por un cuarto personaje que según las fuentes se quedó con la batuta y los pagos.

“Ellos siempre aparecen en las invasiones. Incluso fueron promotores de la usurpación contra terrenos de Backus, en el kilómetro 12. Después apareció un financista, conocido como Oroche, que asumió el control de los pagos y desplazó al grupo inicial”, detalla el abogado. El libreto es tan conocido que parece calcado: primero la presencia física, luego el humo de los papeles falsos y, al final, la retirada estratégica cuando asoma la Policía. El problema es que siempre regresan.
Y no se trata de angelitos caídos en la tentación de la tierra. El prontuario es público. “Loco Ciro” ha protagonizado enfrentamientos armados con la Policía. Canteño terminó con dos balazos al salir de un hospedaje, en lo que parecía un ajuste de cuentas. Y Shego fue capturado en 2023 en Pucallpa, requerido por la justicia de Lima por promoción del tráfico ilícito de drogas. En otras palabras: no es la primera vez que pisan el lado equivocado de la ley.

La coincidencia geográfica tampoco es casual. Los terrenos de Sasagawa colindan con los de la cervecería Backus, un botín atractivo para traficantes de tierras que han hecho del eje Pucallpa–Campoverde su laboratorio de operaciones. Lo saben bien los empresarios de la zona: hoy es maleza quemada, mañana son lotes ofrecidos a precio de ganga, y pasado se convierten en barrios improvisados que el Estado termina regularizando.
Lo ocurrido este sábado no es un episodio aislado. Es la confirmación de que en Ucayali las mafias de invasores se han profesionalizado. Actúan con operadores visibles, financistas en la sombra y una red de abogados que saben explotar vacíos registrales. Mientras tanto, la Policía constata, la Fiscalía anota y los empresarios denuncian. La tierra, sin embargo, cambia de manos una y otra vez, como si aquí la legalidad fuese apenas un trámite para los vivos de siempre.
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